jueves, 27 de abril de 2017

SILVIA

Hace unos años, llegó a nuestro grupo de amigos Silvia. Era una chica morena, simpática y muy guapa. Pero en su vida tenía un gran problema: era sorda y tenía sus oídos muertos desde pequeña. Nosotros la acogimos estupendamente y con mucha naturalidad desde el principio.
Esta situación era nueva y difícil para todos, pero pusimos bastante empeño para que ella se integrase pronto y nunca se sintiese sola y aislada.
Yo especialmente me hice muy amigo suyo y el que más tiempo pasaba en su compañía. A veces salíamos los dos solos y nos encontrábamos a gusto juntos compartiendo intimidades y confidencias. Pero confieso que con frecuencia a mí me costaba mucho expresarme para que Silvia me entendiera.
Un día, sin saber por qué, desapareció de la cuadrilla, sin despedirse, y no hemos vuelto a saber nada de ella.
El oído es un sentido muy importante en nuestras vidas, aunque no le solemos dar la importancia que realmente tiene. Debe ser un mundo complejo de silencios y mucha impotencia e incomprensión para la gente que lo sufre y los demás a menudo no los entendemos ni comprendemos.

Federico Gil

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